TENDENCIA: El chef del pueblo, Pellegrino Artusi

El MAG - 23.08

Por Cristina Morozzi

Tendencias de Pellegrino Artusi

Los recientes acontecimientos sanitarios, políticos y climáticos han reintroducido en nuestro léxico palabras que habían caído en desuso, como tradición, herencia y parsimonia. Los eventos, celebraciones y banquetes son menos frecuentes y ha aumentado el tiempo que se pasa en casa. Hemos redescubierto el valor de los muebles y de las cosas. Como escribe el filósofo Emanuele Coccia, profesor de la Universidad de París, nos damos cuenta de que no habitamos espacios vacíos. Aún así, vivimos con las cosas ("The Good in Things", Il Mulino, Bolonia, 2014). Nuestra sociedad ha producido objetos que, en variedad y cantidad, no tienen igual en la historia.

Vivimos en una sociedad que ha colocado bienes en lugar de mitos. "El bien está en las cosas, porque todas son nuestro adorno" (ibid).

El libro "La scienza in cucina e l'arte di mangiare bene" de Pellegrino Artusi (editado por Valeria Saura, Edimedia, 2014) también pide parsimonia. Nacido en Forlimpopoli en 1911, Artusi publicó el libro por su cuenta en 1891, imprimiendo mil copias. Es un libro de cocina y más, que narra la comida en sus aspectos geográficos, sociales y lingüísticos, proporciona evaluaciones morales de la relación entre la comida y el comportamiento y fomenta la narración y la cocina colectivas.

Muchas recetas también ofrecen una valoración moral, como la sopa magra toscana, para la campesina, "que modestamente se llama campesina, pero estoy persuadida de que será apreciada por todos, incluso por los caballeros."

Oda al pastel de carne: "Señor Pastel de Carne, acérquese, no lo dude, quiero presentarle también a mis lectores... Sé que es usted modesto y humilde. Pero anímese, y no lo dude con un pocas palabras dichas a tu favor, encontrarás a alguien que quiera saborearte." O un huevo para un niño: "¿No sabes cómo calmar a un niño que llora porque quiere desayunar algún manjar? Si tienes un huevo fresco, bate bien la yema en un bol con dos o tres cucharadas de azúcar glass, luego batir sólo la clara de huevo y mezclarla, removiendo para que no se deshaga. Quizás si todas las comidas infantiles fueran tan inofensivas como ésta, habría menos histeria y convulsiones en el mundo" (ibid).